Embajador Cristiano
Cabalgando por el valle
del río Vinalopó
a uña de caballo llego
portador de alta misión.
De mi rey vengo nombrado
con poder de embajador.
He corrido todo el reino
hasta el confín de Aragón
sin dar tregua a mi corcel
bajo la luna o el sol.
Y a medida que en mis ansias
corría hacia aquí veloz
se agudizaba en mi pecho
de mi pena el aguijón.
Tan pronto mis tristes ojos
desde lo alto de un alcor
divisaron de la Mola
la rocosa estribación,
mi corazón conturbado
en el pecho se paró.
Una doliente nostalgia,
como un dogal opresor,
apretando mi garganta
mi respiración segó.
¡Ay, castillo de la Mola,
ay, cuadrado torreón,
humilde ermita escondida
como diminuta flor
donde se guarda el tesoro
de nuestra fe y devoción!
¡Ay, primorosas almenas,
ayer gozo y hoy dolor!
¡Torre de las Tres Esquinas,
triple espejo para el sol!
¡Dulces, amadas preseas
del cristiano corazón
que la voluble fortuna
en mal hora le quitó!
Hoy se me enturbian los ojos
con las sombras del dolor
al contemplaros de nuevo
bajo la dominación
del secular enemigo,
del maldecido invasor
que con su pisada inmunda
el suelo patrio manchó.
De nuevo la Media Luna
como ominoso baldón
en vuestras nobles almenas
ondea triunfante al sol.
Nuestros templos profanados
ya no escuchan la oración
del divino Padrenuestro
que Cristo nos enseñó;
ya no se entonan los salmos
de David o Salomón,
ni las cristianas antífonas,
ni los himnos en honor
de María nuestra Madre
o en alabanza de Dios.
En fingidos minaretes,
con monótona inflexión
los almuédanos convocan
al enemigo invasor;
y en los templos profanados
que nuestra fe levantó,
los ulemas musulmanes,
dirigiendo la oración,
leen las suras del Corán
con monorrítmica voz.
¡Dura ha sido la venganza
del musulmán invasor!
Nuestros campos, arrasados
en su plena producción;
nuestras casas, incendiadas
con siniestro resplandor;
robados nuestros tesoros
con inicua expoliación;
vejadas nuestras doncellas
en su orgullo y su pudor…
¡Vive el cielo, que tal daño
exige reparación
y que tamaña ignominia
merece duro rigor!
Urge, pues, que mi embajada
no sufra más dilación;
que las armas del cristiano,
desenvainadas al sol,
recuperen para Cristo
este perdido bastión.
¡Ah del castillo! ¡Soldado
que indolente te paseas
por ese paso de ronda!
Es preciso que yo vea
ahora mismo a tu señor.
Presto ve y dile que venga.
Modera tus recias voces,
caminante, seas quien seas.
Y advierte que no tolero
destemplanzas ni insolencias.
Centinela Moro
Embajador Cristiano
El insolente eres tú,
bastardo de tu profeta,
que en mis arreos no adviertes
mi condición y nobleza.
Capitán cristiano soy
que a esta fortaleza llega
portador de una embajada
para quien su mando ostenta.
Me envía mi augusto rey
y me ahoga la impaciencia
por dar cumplida misión
a la encomendada empresa.
Ten calma, iluso cristiano,
y refrena tu impaciencia.
Mi jefe no tiene oídos
para visitas molestas.
Nunca fueron los cristianos
invitados a su audiencia.
Vencidos ya y expulsados
tras las lindes de estas tierras,
te aseguro por Mahoma
que nada pintáis en ellas.
Centinela Moro
Embajador Cristiano
Calla tu boca insolente
con su lengua de culebra
si no quieres que la clave
con mi espada en esa almena.
Llama a tu jefe ahora mismo.
Aquí estoy en tu presencia.
Y ¡por Alá! cese el grito
de tu porfiada querella.
¿Que te trae nuevamente
por las tierras agarenas
que ya son ¡y para siempre!
para ti perdidas tierras?
Embajador Moro
Embajador Cristiano
Ya le he oído a tu soldado
tan gastada cantinela.
Y antes de seguir hablando
estimo infundada ofensa
no recibir el saludo
que merece mi nobleza.
Dices bien, noble cristiano.
Y mis excusas acepta
si al escuchar tu disputa
con mi osado centinela
olvidé la cortesía
de saludar al que llega.
Bienvenido a este castillo.
Embajador Moro
Embajador Cristiano
Que Dios su paz te conceda
y te colme de venturas.
Y así al cielo pluguiera
que tras oír mis razones
logremos la inteligencia.
Acabas de confesarme
que esta tierra es agarena.
Y yo apelo a tu cordura,
a tu razón y prudencia
para que de grado admitas
que este castillo y sus tierras
y todas las que se extienden
desde la raya francesa
hasta el peñón del Estrecho,
por ser cristianas son nuestras.
¿Qué ley divina o humana,
autoriza la presencia
de un pueblo extraño y hostil
que violó nuestras fronteras?
¿Qué título, qué derecho
legitima la presencia
de la gente musulmana
en tierra que le es ajena?
No os asiste la razón,
justo es que en ello convengas;
tan sólo tenéis, por fuertes,
la sinrazón de la fuerza.
Y esto no es más, ¡vive Dios!
Que injusticia clara y cierta.
Es manifiesta injusticia
que alza al cielo su protesta
pidiendo reparación
pronta, total y completa.
En una palabra, moro:
quiero que muy claro entiendas
que nuestro rey y su pueblo
no transigen ni toleran
que estas tierras que son suyas
estén en manos ajenas.
No creas definitivas
tu usurpación ni tus fuerzas.
Nuestra tropa está a las armas
no muy lejos de estas huertas.
El mismo rey las dirige,
cruz en alto, a su cabeza.
Mas antes de dar comienzo
a la sangrienta pelea,
liberal y bondadoso,
de noble intención en muestra,
una justa opción te brinda
para evitar la contienda:
al término de diez días,
antes que el sol amanezca,
deberéis ceder de grado
lo que tomasteis por fuerza.
Para darte este mensaje,
en embajada sincera
mi rey ante ti me envía.
Dime cuál es tu respuesta.
Mi respuesta dice, ¡no!
Embajador Moro
Embajador Cristiano
Pero carece de fuerza.
Sobre ti está tu monarca.
Tu misión en esta empresa
no es más que la de informarle
de la cristiana propuesta.
Y que él, como rey, decida
si la acepta o la deniega.
No hará falta tal consulta.
Para darte la respuesta,
de mi rey tengo poderes
que lo acreditan. Y cuenta
que si por debilidad
mi rey en ceder viniera,
yo te juro por Mahoma
que estas armas agarenas
que a mi rey han defendido
contra mi rey las volviera.
Embajador Moro
Embajador Cristiano
¡Temeraria terquedad!
Por tu bien, reconsidera
tu actitud precipitada.
Medita bien tu respuesta.
¡Sólo tengo una palabra!
Embajador Moro
Embajador Cristiano
¡Y yo sólo una paciencia!
Por última vez, ¡responde!
¿Guerra o Paz?
¡Siempre la guerra!
A ella marcho enarbolando
las banderas del Profeta.
Embajador Moro
Embajador Cristiano
Pues las verás humilladas
por las cristianas banderas.
¡Musulmanes, a la lucha!
¡Mahoma os guía y alienta!
Embajador Moro
Embajador Cristiano
¡Cristianos, por Jesucristo!
¡Por su Cruz, a la pelea!
¡Nos protege el brazo fuerte
de María Magdalena!